K- SIDE: Black & White Capitulo 1 Part A
Tipo: Novela
Titulo: K – SIDE: Black & White
Series: K
Author/Circle: Miyazawa Tatsuki, Suzuki Shingo
Rating: PG
Language: Spanish
Traduccion: Hitomi Yagami
*Capítulo 1: Atados
Juntos
Un Yatogami Kuroh
de 11 años estaba mentalmente paralizado en la cocina.
"Oh, no...
arruiné la receta"
La cena del día
debía ser un omelet de cebollinos fritos con caballa seca, tofu y una sopa de
miso y cebolla. Se había puesto a revisar el menú en su cabeza y lo había
memorizado en su camino a casa. Incluso, recientemente, se había puesto a
pensar en distintas formas de resolver situaciones que se presentaran cuando
abriera el refrigerador.
Cada comida debía
ser diferente: él no podía simplemente grillar o saltear los ingredientes -él
tendría que batir con cuidado los huevos, ser diligente al sasonar la comida-
tal como debía considerar que no hubiesen muchas diferencias entre la
preparación que imaginaba y aquella que no quería lograr. Él esquematizaba la
imagen final en su cabeza, trabajando en todos los pequeños detalles en los que
sabía debía repara para llegar a ese resultado final. Lo había pensado en todo
- desde medir la combinación de sabores en pequeños bowls , así como tener los vegetables ya preparados
en contenedores separados.
Ciertamente, todos
estos preparativos eran parte de las habilidades básicas que debía manejar
cualquiera que se llamara así mismo 'cocinero', pero para Kuroh, éste era un
descubrimiento importante. Él esperaba que así, de algún modo, pudiese superar
su torpeza innata, pero ---
"Hng~~ ¿cómo pude...?"
Los cebollinos que
había estad cortando en la tabla de picar estaban completamente iinutilizables
ahora. Había revisado justamente ayer el estado de todos los ingredientes y aún
estaban frescos, pero viéndolas ahora tan claramente llenas de brotes,
desarmándose en el borde de la tabla y emitiendo un aroma hediondo... Esta era
una de las peores partes de la temporada de lluvias, aún resguardadas en la
heladera -como lo habían estado- era obvio que ni aún así podía bajar la
guardia.
"Ngh---"
Ahora ¿qué hacer? Él tenía la imagen del omelet de cebollinos fritos
perfectamente formada en su mente - exactamente la misma que su tutor Miwa
Ichigen había preparado y le había preparado hacía dos semanas.
"¿Entiendes,
Kuroh? Primero rebanas los cebollines, luego los salteas en aceite de sésamo..."
Los movimientos de
Ichigen y sus explicaciones habían sido tan ágiles que todo lo que Kuroh podía
hacer era tomar notas. El hombre se movió suavemente por la cocina en la medida
que lo explicaba.
"A mí, me
gusta rematarlo con un poco de pasta de frijoles, pero la clave está en no usar
vinagre, sino ponzu. De ese modo queda mucho más suave"[1]
Kuroh había
asentido apartar los ojos de las manos para no perderse mi un solo movimiento
que hiciera. El cuchillo parecía danzar en sus manos en la medida en que
contaba los cebollinos y aunque Kuroh era completamente imparcial a ese
respecto, uno podía decir sin dudar que esos movimientos eran hermosos y cautivadores.
Sus dedos eran
largos y estilizados para ser de un hombre, dotados de una elegante
flexibilidad que le recordaban a los de un pianista. Eran claramente las manos
de un artista, reflexionó Kuroh, pasando todo el tiempo admirando las manos
desde un punto que poco tenía que ver con la cocina.
Y por supuesto,
todas las preparaciones salían simplemente fantásticas.
Kuroh había entrado
a la cocina con la intención de recrear el plato de cebollinos que le habían
enseñado ese día, pero la estrella del plato estaba terriblemente inutilizada.
Y fue esta preocupación la que impidió que Kuroh se percatara de algo: que la
caballa que había estado grillando mientras sus pensamientos volaban, habían
empezado a quemarse.
En este punto, toda
la comida estaba arruinándose. Pero en el momento en que estaba dejándose
llevar por la desesperación una sombra se detuvo junto a Kuroh -una con cabello
oscuro y algo desarreglado, y una sonrisa que parecía nunca desaparecer de su
rostro- se apareció en ropas cotidianas.
El hombre alcanzó a
apagar las llamas que calentaban la sartén. "¿Te gustaría algo de ayuda
Kuroh?" expresó con voz amable.
"¡Ichigen-sama!"
En efecto, era el
amo de la casa, Miwa Ichigen, lanzó una mirada hacia los cebollinos marchitos
"Oh, Dios, esos cebollinos se ven en un estado algo triste..."
Suspiró. "Aunque disfruto de la temporada lluviosa, ya que me da tiempo
para ponerme al día con mi lectura, hace que me sea difícil hacer mis caminatas
y soñar versos para mis haiku[2]
y luego está esto de facilitarle a la comida al brote". Se dirigió al
refrigerador, inspeccionando el compartimiento de los vegetales. "Hmmm,
pero esta estación en verdad parece ponerte con mejores ánimos.
¿Continuamos?"
Sacó un tomate de
uno de los cajones de la heladeray allí entró a un campo en el que Miwa Ichigen
parmanecía indiscutiblemente invicto. Con una velocidad mayor a la que el ojo
humano podía seguir, procedió a rebanar el tomate, lanzando las rodajas en la
sartén para que se saltearan con aceite de sésamo, y en un abrir de ojos lo
salteó y sasonó con sal y pimienta. Un momento después hubo que recuperar las
rebanadas de tomate de la sartén y las reemplazó con la preparación de huevo y
mayonesa; volviendo a agragar los tomates una vez que los huevos empezaran a
coagular.
"Es...esto...
esto es..." La expresión de Kuroh reflejaba vívidamente lo embargado que
estaba por el despliegue de habillidades. "Siguió exactamente la misma
receta que la del omelet de cebollinos?"
"Hmmm"
afirmó lanzando una fácil sonrisa a Kuroh. "Es cierto. No podíamos usar
los cebollinos después de todo, así que simplemente intenté usar el tomate en
su lugar. El perfil general del sabor es algo diferente, pero creo que resultó
espléndido."
Al mismo tiempo,
estaba preparando una comida al estilo chino rociando en forma de lluvia la pasta dulce de frijoles sobre la mezcla de
huevo y tomate. Era una comida que alzaba el apetito de cualquiera con una sola
mirada. Ichigen entonces procedió a cortar la apenas quemada caballa con la
punta de unos palillos y lo bañó con una vinagreta de pepinos y algas,
terminando el plato en un pestañeo. Kuroh sólo pudo quedarse parado y mirar
emocionado.
"¡Qué ilimitada versatilidad...!" Once años como
podía tener y este era el tipo de vocabulario que uno desarrollaba compartiendo
el techo con el escritor de haiku Miwa Ichigen. Parándose firme, Kuroh preguntó
“¿Cómo…? ¿Cómo es capaz de manipular tan libremente los ingredientes de ese
modo…?”
Ichigen
se detuvo un momento a pensarlo antes de responder “Hmm, supongo que podrías
decir que soy capaz de escuchar lo que los ingredientes me dicen. Simplemente
escucho con detenimiento y presto especial atención a cómo los tomates, los
cebollinos, los huevos, la caballa quieren ser tratados”. Kuroh se mantuvo en
silencio ante esto, “La comida puede
hablarte, tienes que acariciarla con tus dedos o inhalando su esencia. La
comida sabe cómo debe ser preparada.” Él no estaba bromeando, ni tomándole el
pelo ni diciendo incoherencia de borracho: el actual Séptimo Rey estaba siendo
serio. Limpiando sus manos en el delantal, agregó con una sonrisa. “ Y está
feliz de contárnoslo”.
La
persona promedio probablemente replicaría ante tal metafórica respuesta con un
“¿De qué diablos estás hablando?” Pero no Yatogami Kuroh.
“…”
Sus ojos brillando, asintió con vehemencia, como siempre. “¡Como es esperable
de usted, Ichigen-sama! ¡Ahora lo entiendo perfectamente!” Ellos eran en definitiva una pareja de
maestro-discípulo bien sincronizada.
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Mientras se sentaba en la mesa del
comedor, Kuroh expresó su admiración una vez más. “¡La comida está deliciosa,
Ichigen-sama!”
“Ya veo, es grandioso oírlo” sonrió
Ichigen, maniobrando sus palillos con unos movimientos refinados. El living de
10-mat tenía una mesa baja simple, y aunque carecía de televisión o aire
acondicionado, tenía una gran reloj colgado desde la pared así como una radio
con válvulas de vacío.
Las puertas de la ventana se abrieron
hacia la vereda, dejando que una brisa fresca fluyera hacia dentro. Los restos
de la lluvia anterior ya estaban desapareciendo, y las nubes flotaban ociosamente
a lo largo del enrojecido cielo.
“But… me siento un poco
desilusionado” Kuroh relajó levemente sus hombros mientras movía sus palillos.
“Necesito ser capaz de preparar este tipo de cosas adecuadamente por mí mismo –
y aún así, todavía dependo de su ayuda en la cocina.” Mencionó mientras se
volteaba hacia Ichigen y bajaba la cabeza. “Me disculpo profundamente.” Fue un
movimiento típico de un niño.
“…” La expresió de Ichigen, se tornó
algo preocupada. “¿Sabes? Acerca de eso, Kuroh…”
La cabeza de Kuroh se alzó, los ojos
brillantes expectantes. “¿Sí?”
“Estoy encantado, por supuesto, de
que hayas pensado en prepara nuestra comida, pero – cómo puedo decirlo… ¿No
crees que se sale un poco de la categoría de quehaceres generales de la casa?”
Kuroh parpadeó un par de veces en shock, e Ichigen luchó por poder expresarse
mejor. “Verás, aunque sé que no estoy en las mejores condiciones de salud,
puedo encargarme de manejar aunque sea un poco de las tareas domésticas.”
“¡Por supuesto! ¡No hay nada que
usted no pueda hacer! ¡Si quisiera podría ser astronauta o Primer Ministro,
estoy seguro!”
“Gracias.” Sonrió ante las palabras
de su siempre honesto discípulo. “Entibia mi corazón oírte decir tales cosas”
“Sí, señor”
“Espera- eso no es a lo que quería
hacer referencia. Lo que quiero decir es –Me siento mal por pedirte que te
encargues de los quehaceres de la casa. Tú, incluso, vas tan lejos como para
dirigirte a mí usando el honorífico –sama,
debo decir que es un poco embarazoso.”
Kuroh inclinó su
cabeza en confusión. Sus rasgos eran finos, ubicándolo fuera del promedio
garantizando que con los años crecería y se convertiría en alguien muy apuesto,
con unos ojos más vivaces que los de cualquier niño en el pueblo. Ya habían
transcurrido más de 4 años desde que el niño había empezado a vivir con él, y
aún así él matenía su sentido de estricta formalidad. Al contrario de lo
esperable - incluso, era posible que se hubiese formalizado aún más desde la
partida de los estudiantes más antiguos de la casa.
"Pero
Ichigen-sama..." Kuroh empezó a decir. "¿No había mencionado antes
que solía cuidar de su abuelo de este modo cuando era un niño?"
"Oh, eso
es..." Ichigen se detuvo antes de continuar. "Mmm, bueno digamos que
eso era un caso especial. ¿Recuerdas lo que había dicho? Por generaciones, mi
familia había estado manteniendo la Escuela Meijin Miwa de arte tradicional de
espadachines, y mi excepcionalmente estricto abuelo me instruyó bajo eso
principios. Sin embargo, ese no es el
modo en que las cosas funcionan hoy en día."
"Ngh..."
Kuroh continuó
felizmente "Ichigen-sama, preocuparme por tí me hace más feliz que
cualquier otra cosa!"
Ichigen llevó un
trozo de la comida hacia su boca, no demasiado seguro de en qué se había metido
con toda esa conversación. "Hmm..." En este punto, era difícil poder
rechazar al chico, aún cuando él había sido criado en un hogar mucho más
sentenciante.
Kuroh agregó,
"¡Ichigen-sama ~por favor, dígame más acerca de cómo era su
vida cuando era un niño!"
"¿Cuando era
niño? Eso difícilmente sea una historia decente para contar."
"¡Quisiera
saber todo y de todo acerca de usted!" Los ojos de Kuroh brillaron con la
inocencia de un niño que creía desde el fondo de su corazón de que estaba
sentado frente a un verdadero héroe, y la expresión de Ichigen se suavizó.
"Veamos,
entonces...¿Qué tal en ese caso si te cuento acerca de mi abuelo? Él era un
verdadero genio con las espadas. Incluso escuché que había aprendido a blandir
una espada bajo la tutela de Okita Souji de Shinsengumi[3]. Aunque nunca me puse a indagar mucho en esa
leyenda."
Kuroh
se dejó llevar por la historia que Ichigen había comenzado a contar
animadamente. No tenían televisión, viviían en un pequeño pueblo rural dentro
de las montañas con ninguna fuente particular de entretenimiento... pero ellos
sin duda alguna encontraban la forma de disfrutar de la compañía del otro desde
su corazón.
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Yatogami
Kuroh tenía que admitir que ciertamente no sabía demasiado acerca del hombre
conocido como Miwa Ichigen. Él sabía que Ichigen había sido criado en el dojo
de la Escuela Miwa Meijin, que allí había aprendido el arte de la espada bajo
la supervisión de un abuelo muy estricto, quien le había instruido acerca de
todo: desde artes marciales clásicas hasta manejo de lanzas, desde literatura
clásica china hasta sánscrito, etiqueta, e incluso equitación - así como cómo
sobrevivir solo en las montañas rigurosamente impuesto. Una vez se había
graduado de la secundaria, había abandonado la casa de sus padres y entró a una
institución de gran nivel en Japón. Estudió economía y después de recibir una
beca, viajó a América, dónde consiguió un posgrado en Administración
Empresarial tras lo cual ingresó en una de las mejores Casa de Valores del planeta[4]. Allí, a su vez, se
desempeño excepcionalmente bien, pero debió enfrentarse a una salud que decaía
ante lo que tuvo que regresar a Japón. Ahora descansaba sobre los laureles de
una iba exitosa, viviendo en una pacífica ociosidad.
Ése era el límite de
los conocimientos de Kuroh sobre el pasado de su maestro, pero aún así, podía
entender algo magnífico detrás de sus grados y carreras: como su amabilidad. Su
fortaleza. Su grandeza. Lo mucho que despreciaba a los insectos y colgaba las
cintas moscas alrededor de la casa mucho antes que cualquier otra persona, y
aún así nunca había podido golpear a los insectos que le picaban porque
despreciaba aún más la idea de quitar una vida.
Un invierno, cuando
la nieve se había acumulado tanto que los autos no podían recorrer a largo de
las calles, él había llevado un vecino anciano que se quejaba de dolor del
estómago a través de la nieve hacia el hospital general a 2 montañas de
distancia. Además, los vecinos con frecuencia se acercaban a él en busca de
consejo, retirándose siempre él con un cariñoso “Miwa-sensei”.
La tranquila
expresión que dibujaba mientras leía, los rasgos serios mientras componía haiku, la forma infantil, la
despreocupada con la que se reía y la espeluznante frialdad que irradiaba en
los raros momentos de verdadera rabia.
Kuroh había visto
todos estos lados de Miwa Ichigen en los 4 años que llevaban juntos, más que
cualquier otro.
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“Realmente me hubiera gustado haberlo conocido” Kuroh expresó mientras
Ichigen terminaba de hablar de su abuelo, e Ichigen le devolvió una débil
sonrisa.
“Sí, hubiera sido bueno – pero como he dicho, él había partido cuando
yo aún estaba en secundaria.”
“…” Kuroh era más perspicaz que la mayoría de los chicos de 11 años.
Ichigen había, con toda probabilidad, crecido con el fin de ser el sucesor de
su familia en el mantenimiento de la Escuela Miwa Meijin –y aún así, allí
estaba él, viviendo apartado de su familia en lo profundo de las montañas. Él
siquiera parecía tener contacto con alguno de sus parientes y seguramente había
allí una intrincada historia que no había compartido con Kuroh. Que probablemente
tuviera mucho que ver con la muerte de su abuelo.
Pero Kuroh era paciente; si Ichigen no hablaba de estas cosas, él no
le preguntaba. Él simplemente sonreía amablemente “¡En verdad, me gusta saber
acerca del pasado!”
Ichigen ofreció una sonrisa amarga en respuesta. “Creo que estas
historias te habrían intrigado. Ciertamente he oído mucho de estas como para
irme cansando de ellas”
“Ichigen-sama, usted…” Se atrevió a dirigirle una mirada analítica a
la expresión de Ichigen “…seriamente, quería mucho a su abuelo ¿verdad?”
Ichigen rió suavemente. “Hm, sí”. No había duda en esa respuesta.
“Ciertamente, era alguien estricto – pero en verdad lo atesoraba
profundamente”. Oír esas palabras, de algún modo esas palabras le emocionaron,
pero lo hombros de Kuroh cayeron un poco cuando Ichigen continuó. “Pero – creo
que incluso si no hubiese muerto en el momento en el que lo hizo, eventualmente
nuestros caminos se hubieran separado tarde o temprano, como tantas veces
ocurre con el tiempo…”
“…”
“Estoy seguro, que algún día tú también te irás de esta casa”. Su
expresión era suave y tranquila en la medida en que pronunciaba estas palabras,
con cierto dejo de seguridad y comprensión… y un extraño sentido de esperanza.
Kuroh, sin embargo, aún no era lo suficientemente mayor como para
entender el profundo significado que embebían esas palabras, y respondió en un
tono un poco enojado. “¡Nunca dejaré este lugar!”
Había muchas razones detrás de la aguda sugerencia que le dio a Kuroh,
pero viéndolo en shock, Ichigen se recordó una vez más que mientras este niño
solía usar un lenguaje un poco complicado en ocasiones, aún no era más que un
niño que no había salido de la primaria, y rió con cierta amargura. “Mmm,
quizás, pero—“ Intentó cambiar el tema en pos de calmar la ansiedad de Kuroh “
–bueno, tendrás que sentar cabeza una vez que te cases ¿verdad? ¿No te
sentirías un poco incómodo viviendo aquí después de tener una novia? Estoy
seguro de que tu esposa tampoco me querría como su suegro tampoco”. Kuroh se
sonrojó intensamente e Ichigen agregó con una sonrisa amable “¿O es que acaso
no necesitas una novia?”
Kuroh bajó la vista por un momento antes de sacudir su cabeza
levemente. “No”. Entonces alzó la vista y continuó “¡Espere! Entonces sólo
tendré que asegurarme de casarme con alguien que quiera vivir con usted! ¡Estoy
seguro de que no será difícil en lo absoluto! ¡Estoy seguro que le querrá tanto
como le quiero yo!” Parecía ser que estaba completamente convencido de este
plan, con los puño presionados a ambos lados y una expresión brillante, como si
no hubiese otra opción lógica.
Ichigen lo observó en blanco por unos momentos, antes de responder con
una risa suave. “Sí, supongo que es cierto. Estoy seguro de que quienquiera que
decida convertirse en uno contigo será alguien con un corazón tan grande y brillante
que marche al ritmo de su propia música.”
“¿Q… qu-qué quiere decir con eso? Ichigen-sama?” Kuroh lo observó con
los ojos entrecerrados, no podía decir si estaba siendo tomado en juego o si
Ichigen en verdad estaba revelándole algo de su futuro.
Ichigen rió al punto de las lágrimas con su expresión, alzando una
mano par desordenar el pelo de Kuroh. “Gracias, Kuroh” le respondió. Sin
explicarle qué era lo que le agradecía.
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El par levantó la mesa y se bañaron por turnos antes de dedicarse las
buenas noches y dirigirse a sus habitaciones. No estaban conectados por sangre,
y los años los separaban en edad –y mientras se las habían ingeniado para
construir una relación basada en la confianza mutua en el transcurso de eso 4
años…
“¡Tendré el desayuno listo para las para las 7 a.m.! ¡Prometo que esta
vez no lo arruinaré!” Kuroh le aseguró, con mentón en alto. Inclinó su cabeza
“Bien, entonces, buenas noches Ichigen-sama!” Y con eso se volteó hacia su
propia habitación. Su rectitud y sus maneras marciales estaban decididamente
fuera de lugar en esos tiempos.
Ichigen deslizó su mano dentro de las mangas del kimono murmurándose a
sí mismo con una suave y seca risa “Buenas noches para ti también Kuroh. Pero
intenta no sobreexigirte demasiado”. Quizás esta era una parte de su
personalidad con la que había nacido. ‘¿Tal
vez él era un guerrero en su vida anterior?’ Pensó, algo en serio a pesar
de su refinado crecimiento y nivel educativo.
Él murmuró para sí mismo “Con
que un guerrero parece haber reencarnado en mi Kuroh-kun, huh…?” Un intento
de haiku se asomaba. Si Kuroh hubiese
presenciado eso, hubiera dado una ronda de aplausos, ojos brillantes. Ichigen
frotó su cuello. “Hmm, así no… quizás no ‘con
que’ sino ‘un guerrero ha’…? Con
esto, ociosamente se dirigió a su habitación.
Miwa Ichigen y Yatogami Kuroh era maestro y discípulo –pero también
estaban unido por algo aún más fuerte. Algo único, tangible – un vínculo que unía sus almas. Para Kuroh, su
relación se sentía por mucho más preciosa que la de un simple maestro y
aprendiz, sino la de unas almas sincronizadas. Sin embargo, en la medida en que
no tenía verdadera razón para sentirse de ese modo y considerando que a Ichigen
no le gustaba que utilizara esa terminología, él nunca lo había dicho en voz
alta –pero eso no negaba el hecho de que se sintiera de ese modo.
Maestro. My
maestro. Miwa Ichigen.
Antiguo analista de una Casa de Ventas.
El último maestro del arte tradicional de la espada dictada en la
Escuela Miwa Meijin.
El poeta autoproclamado vanguardista en haiku.
Uno de los Siete Reyes elegidos por la pizarra de Dresden. El Séptimo
Rey –el Rey Incoloro.
Y Yatogami Kuroh era el vasallo de ese Rey, un hombre se su propio
clan.
CONTINUARÁ…
[1] N.T.: salsa preparada con alcohol de arroz, vinagre de arroz,
laminillas de katsuobushi, alga y limón; y también se le puede poner salsa de
soja.
[2] Poemas breves, tradicionales de Japóns compuestos de 3 versos: el
primero de cinco sílabas métricas, el segundo de 7 y el tercero de 5.
Generalmente hacen referencia a sentimientos, reflexiones o apreciaciones de la
naturaleza.
[3] N.T.: fue el capitán de la primera división del
Shinsengumi, una agrupación militar japonesa que resistió durante la
Restauración Meiji. Famoso en la historia por ser considerado un genio con la
espada y por su carácter amable, siendo uno de los mejores guerreros
[4] N.T.: Son compañías que básicamente manejan el dinero de
otras personas para hacer inversiones e incrementar el valor de su patrimonio y
generar emprendimientos bien remunerados
Gracias por este nuevo capitulo :D ...como habia desea leer este nuevo capitulo >///< ♥
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