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12/11/2013

K- SIDE: Black & White Capitulo 1 Part D

 K- SIDE: Black & White Capitulo 1 Part D


Tipo: Novela
Titulo:  K – SIDE: Black & White
Series:  K
Author/Circle: Miyazawa Tatsuki, Suzuki Shingo
Rating: PG
Language: Spanish

Traduccion: Hitomi Yagami





Capítulo 1: Atados Juntos (continuará II)
Cuando Kuroh regresó a casa, Ichigen ya estaba haciendo las preparaciones para la fiesta de esa noche, usando un delantal y realmente involucrado en su labor en la cocina. Kuroh se ofreció a ayudar, pero Ichigen se negó diciéndole “Nooo, no, no. No puedo dejarte ayudarme en preparar aperitivos para una fiesta de bebidas” y Kuroh no presionó más lejos, viendo lo feliz que estaba Ichigen ocupándose de los preparativos y la cocina.
Con gracia volteó la rodaja que estaba friendo mientras tarareaba una tonada animada, y Kuroh sonrió antes de abandonar la cocina. Él tendría que lograr hacer que Ichigen le enseñara a preparar snacks como esos para cenas cuando fuese mayor. Decidió, en cambio, empezar a limpiar, para asegurarse de que los invitados pudiesen sentirse lo más cómodos posibles en la casa.
Aparentemente, su hogar había pertenecido a un maestro. Se había superado y acumulado puntos de modo tal que se había convertido en el director de la escuela de Kuroh y los otros chicos que la atendían, pero eso había pasado hacía 10 años. Parecía que había tenido un seguidor muy agradable, y aún en esos días, cuando alguno de los habitantes más ancianos bebían demasiado recordaban cariñosamente historias del hombre.
Había sido bastante famoso entre los historiadores locales, publicando ensayos en el diario local. Quizás porque había sido construída por una persona con gustos tan refinados, su casa comprendía más áreas de almacenamientos y armarios llenos de estantes que la mayoría de los edificios, dándole un encanto único. Esos cabinetes aún estaban llenos, aún hoy, con rollos llenos de escritos tradicionales y apoyos conseguidos por el maestro en el trascurso de los años, y hurgando en las partes más oscuras solía dar un poco de miedo.
Ichigen estaba algo al tanto de todas las máscaras, muñecas y arte folclórico, y después de haber discutido el asunto con los familiares vivos del maestro, le habían permitido mantener los artefactos donde estaban.
Tras haber barrido el área del genkan, él cambió cubridor del asiento del retrete antes de darle una vigorosa sacudida al tatami del salón. Mientras vagaba en el hall del segundo piso, con una cubeta en mano, se detuvo un momento considerando, antes de asomarse a la habitación del final, decidiendo que primero la airearía. Podía sentir un leve aroma proviniendo de la misma.
Había pasado un tiempo desde  que el hombre que era el aprendiz más antiguo que Kuroh había dejado la casa, pero su habitación estaba tal y como la había dejado. Ichigen había sonreído, sugiriendo “No creo que vaya a regresar, pero sólo por si acaso, mantengámosla como está.” Para Kuroh, esas palabras habían sido incomprensibles. Cuando el hombre se había ido, lo hizo de un modo que se parecía mucho a una despedida definitiva.
Kuroh podía recordar claramente el modo en que él había blandido su espada hacia Ichigen con claras intensiones homicidas y como Kuroh se había interpuesto aún sabiendo que no tenía posibilidades de ganar, pero desesperado por hacer algo para protegerlo. Recordaba también cómo Ichigen calmadamente depositó una mano sobre su hombro, sonriendo “Todo está bien, Kuroh”.
Nunca antes hasta ese momento, había habido un solo momento en el que Kuroh hubiese visto a Ichigen derramar sangre, tampoco había herido a nadie con su espada, lo cual decía mucho de la habilidad de sus oponente: la suficiente como para que el maestro de la Escuela Miwa Meijin diera su mejor esfuerzo en una batalla. Mientras Ichigen había triunfado al final, Kuroh debía admitir que no había sido capaz de mencionar la verdadera diferencia de fuerzas entre el par. Tan avanzado había sido el nivel al que habían batallado.
Pero el hombre había aceptado fácilmente la derrota, sonriendo y dejando una simple respuesta “Gracias por cuidar de mí todo este tiempo”, antes de tomar su partida. Él había vivido aquí con Ichigen desde bastante antes de que Kuroh llegara… aún así, se había marchado sin arrepentimientos.
Ichigen había respondido con un “Seguro, cuídate” dedicándole una sonrisa. Hasta el día de hoy, Kuroh aún tenía inconvenientes para entender esto. No podía imaginar que hubiese habido aunque fuese una significativa cantidad de discordia entre ellos, y era un misterio saber por qué, fuera de toda predicción, él se había lanzado a la batalla.
Pero…
El hombre se había acercado a Ichigen esa vez con un claro intento de matarlo. Eso era lo único de lo que Kuroh estaba seguro.
“Él de seguro era extraño…” Kuroh murmuró para sí, deslizando la mirada por toda la habitación. Una cajonera estaba contra la pared este, con una cama a lo largo de la del frente, pero quizás el artículo más curioso era el espejo alto y la mesa de maquillaje contra la pared sur, cubierta de lociones, perfumes, cremas y envases aislantes alineados. El hombre varias veces había sido encontrado en su escritorio nunca cansándose de su exhaustivo régimen de cuidado sobre la piel “…Sí, definitivamente extraño” record{o con renovada certeza.
Kuroh siempre había mantenido sentimientos mezclados; el hecho de que intentara dañar a Ichigen, por quien Kuroh sostenía no una pequeña cantidad de afecto, era más que suficiente para despertar en él cierta animosidad, pero Ichigen en sí mismo no parecía molesto en lo más mínimo, y más considerando que el hombre era más que un aprendiz mayo, sino también el sempai de Kuroh como miembro del clan del Séptimo Rey. Parecía que le había enseñado todo acerca del mundo de los Reyes del que Kuroh no sabía nada, disfrutando de otro tipo de confianza de parte Ichigen que Kuroh no había recibido.
Viendo hacia atrás, el hombre rara vez estaba en casa y en los días en que sí estaba, traía historias de sus viajes y tragos que tenía con Ichigen. Por momentos, sus viajes era tomados como órdenes de Ichigen, pero en otros momentos él simplemente viajaba por propia voluntad. Había sido alguien de espíritu libre, de mente abierta, pero aún un seguidor algo evasivo. Kuroh no lo odiaba al menos.
Él ciertamente tenía instantes en los que no estaba enteramente seguro de cómo acercarse a él. No creía que fuera una mala persona y respetaba sus habilidades con la espada y la discreción que a veces desenvolvía.
Y era ese precisamente el motivo por el que… Kuroh no podía sentirse capaz de aceptar el modo en que había huido, traicionando a Ichigen. Justo antes de que se marchara, la última cosa que le había dicho a Kuroh era “Espero que nos volvamos a ver alguna vez, Kuroh-chan” Entonces, con una fugaz sonrisa desapareció.
Kuroh reflexiónó: si alguna vez fuera a ver a ese hombre otra vez… ¿Cómo se acercaría a él…?
¿…con el respeto que se le tiene a un sempai de la misma escuela…?
O quizás, mejor…
¿… en un campo de batalla, como a un enemigo?

La reunión empezó casualmente alrededor del anochecer. A pesar del hecho de que no se había acordado una hora exacta para empezar, los invitados habían empezado a llegar en pequeños grupos y en poco tiempo uno se encontraba con la visión de vasos de sake que pasaban de mano en mano, una serena y verdadera reunión de “campo”.
También estaba la costumbre de sostener linternas de papel con el símbolo de la familia del anfitriona. En su camino, incluso sin haber enviado una invitación formal, los transeúntes del pueblo podían pasar y quedarse a disfrutar. Ellos encenderían las lámparas cuando las festividades comenzaban y las pagaban al acabar, y era el deber de Kuroh encender las linternas de la casa Miwa. Mientras Ichigen le había asegurado que no había nada en particular que tuviera que hacer, Kuroh intentó ayudar en cualquier modo hasta su toque de queda.
Pero más allá de su espíritu deseoso, su cuerpo era aún el de un niño e hizo lo posible por mantenerse alejado del lugar donde se encontraban los adultos disfrutando con las bebidas, limitándose a llevar la comida y refrigerios. Estudió cómo servir sake tibio para reuniones tan numerosas como esa y se lo vio rellenando vasos desde un gran hervidor de sake caliente durante el transcurso de la noche.
Alrededor de las 8, se dirigió hacia el salón llevando una bandeja con varias jarras, hallando la fiesta en pleno movimientos. Habiendo removido panel divisorio, unieron la sala de estar Ichigen y Kuroh generalmente usaban para las visitas con la siguiente habitación, creando un espacio de 40 mats con 2 grandes mesas donde entraban fácilmente 50 personas se habían acomodado.
Kuroh empezó a apartar los vasos vacíos y cubiertos cuando algunos vecinos que conocía le hicieron cumplidos “Eres un niño tan bueno, Kuroh” y “¡Un chico tan fino y trabajador!”. Se ruborizó, repentinamente consciente de sí mismo y devolvió su apreciación con palabras. Depositando la mirada en el centro de la reunión, podía ver a Ichigen rodeado por un gran grupo de gente, calmadamente llevando adelante una conversación. Todos parecían estar disfrutando de las conversaciones con él –jóvenes o ancianos, hombres o mujeres- y en asambleas así Ichigen raramente era visto sin alguien a su lado.
Kuroh sentía que su corazón se llenaba de orgullo, emocionado de que esa persona que admiraba fuera claramente querida por otros también. En algún sentido, más que llenarlo con un buen sentimiento era como si quedara satisfecho, en cuerpo y alma.
En verdad, la popularidad de Ichigen en el pueblo era algo sorprendente. Hombres en la cima de su vida acudían a él en busca de consejo sobre inversiones y herencias, mientras que los más jóvenes le consultaban por cuestiones del amor. Él escuchaba con una taza de té a las mujeres mayores quejarse por no ser capaces de llevarse bien con sus nueras, e incluso le consultaban por cómo acarrear con alguna cuestión interna del pueblo.
Su personalidad abierta y honesta, compartía su profundo conocimiento ganado con la amplia experiencia de todo lo que había visto, sin discriminación, había hecho de Ichigen la persona más apreciada en la aldea. Si alguna vez alguien se sentía inseguro, se había convertido en un hábito común entre los habitantes decir “Voy a ir a hablar con Miwa-san por un momento”, con variaciones a “Miwa-sensei”.
Por el momento, la multitud alrededor de Ichigen estaba escuchando cómo relataba historia acerca de sus viajes a través del centro y el sur de América, historia que Kuroh había escuchado muchas veces antes. Esta vez, los estaba entreteniendo con el cómico relato de cómo había sido capturado por ladrones que lo habían amenazado con armas y terminó por hacerse amigo de ellos al final. Como era de esperarse, los oyentes prorrumpieron en risas ante el final inesperado, y Kuroh manteniéndose un poco apartado de la conversación pero escuchando a hurtadillas no pudo evitar esbozar una sonrisa inconscientemente.
Ichigen podía contar fácilmente bromas e historias graciosas con una expresión seria, pero incluso él no había podido evitar sonreír, agregando de buena manera, “¡Y desde entonces, nunca he sido capaz de comer tacos otra vez!” y logró hacer que la gente volviese a reír una vez más. Mientras la mayoría hubiera terminado allí, él continuó con una gran sonrisa “Me pregunto si usted// habrá bailado la ‘Brazilia’...// ¿O quizás la Samba?” Se repitió a sí mismo, asintiendo para sí mismo.
Quienes lo observaban se congelaron, ofreciendo vagas respuestas como “Oh…oh..” o “Ahh, sí… ya veo…”, respuestas que mostraban que estaban algo confundidos y conjuntamente con sus expresiones daban la sensación colectiva de que “No tenemos idea de qué diablos estás diciendo, pero te apreciamos así que no diremos nada”. Pero Ichigen parecía estarlo disfrutando, así que cuando rápidamente dirigió su mirada hacia Kuroh, el chico mantuvo sus rasgos juveniles serios y le ofreció un gesto pequeño de aplausos, que iluminó el rostro de Ichigen quien con una sonrisa exuberante, aunque algo tímida, frotó su nuca.
“…”
“…”
Ahora sí, la gente a su alrededor se había dejado llevar por su buen humor y comenzaron a sonreír, aunque ni maestro ni discípulo pudieron comprenderlo bien… que la gente del pueblo simplemente mirase hacia otro lado en momentos como este con lo que hacían referencia a él diciendo “Él en verdad es una persona asombrosa y más allá de eso no tienen ni un sólo defecto, pero a veces, completamente de la nada ¡simplemente dice las cosas más extrañas!
Tal y como una mujer mayor se había lamentado “Si no fuera por ello, él ya hubiese podido encontrar una esposa, estoy segura.” Otros sostenían que “Quizás, tiene algo que ver con sus ancestros ¿no? Tal vez, él debería ir hacia donde una de las mujeres de las montañas y exorcizarse.” Mientras que otros sostenían lo contrario “No, no está relacionado con sus ancestros ¡Este es claramente el trabajo de un kitsune!” Todos coincidían, sin embargo, de que él había sido poseído de algún modo.
Por el contrario, aquellos que permanecían apoyándolo ofrecían “Pero, incluso si le atribuímos esos efectos, eso sólo lo colocaría al mismo nivel que el resto de nosotros. Y él realmente es un hombre inteligente.” Ichigen se había mantenido cantando la canción de su historia, y el alcalde simplemente desistió en este punto, ofreciendo con una sonrisa algo incómoda, de esas que uno ofrece cuando se siente obligado a comentar “Me temo que su profundidad es demasiado para mí para comprender, Miwa-sensei” pronunció manteniendo sus palabras tan inofensivas como le era posible.
Los habitantes habían, en su mayor parte, aceptado esto como la “Enfermedad Miwa” considerándolo un efecto colateral de su trabajo como poeta o quizás alguna broma de vanguardia. Naturalmente, ni Ichigen ni Kuroh lo veían así; Kuroh se sentía conmocionado hasta casi las lágrimas cuando Ichigen recitaba su poesía, tan movilizado se sentía por las palabras que pronunciaba, lo que hacía que el resto se preocupara por su futuro.
Ichigen entregaba esas ‘preciosas palabras’ sin esfuerzo ni cuidado ante lo que Kuroh pensó seriamente encontrar algún modo para grabarlo y guardarlo. Por el momento, se escabulló de la fiesta intentando armar un plan para poder apropiarse de algún modo, de un dispositivo que grabara.

Cuando Kuroh regresó a la cocina, todo lo que encontró fueron 3 amas de casa que se había ofrecido a ayudar con la preparación de snacks, para acercarse con las bebidas y poner la mesa. No había una lista predeterminada de turnos o deberes, así que el trabajo lo tomaba cualquiera de las mujeres que estuviese libre en ese momento. Sin su duro trabajo, difícilmente tendrían algo a lo que llamar una buena “fiesta”.
Aparentemente libre por el momento, las tres estaban sentadas en sillas algo cansadas, y cuando una vio a Kuroh, una le dedicó “Buen trabajo esta noche”, mientras otra le agradecía recordando "Deberías ir a dormir pronto."
Kuroh le devolvió con una sonrisa "Sí, muchas gracias. Me iré tan pronto termine con los platos." Desde el punto de vista de los adultos, Kuroh era casi demasiado bueno para ser real; y mientras Ichigen le tenía un gran afecto, el resto de los habitantes también le apreciaban. Una de las mujeres interrumpió de repente "Eso me recuerda... Kuroh-chan esto puede sonar algo extraño de preguntar, pero... ¿alguna vez Miwa-sensei estuvo casado?"
Kuroh se arremangó las mangas de su camiseta y se enfrentó a los platos en la pileta de lavar, algo dubitativo "¿Eh?Ah, no, no creo que lo haya hecho..."
"Ya veo."
"Hmm..." Las mujeres se miraron entre sí ante la respuesta media ambigua, y otra se atrevió a preguntar "Y... él no está viendo a nadie actualmente ¿verdad?"
"..." Kuroh se detuvo un momento para pensar sin mucha convicción "Yo... no lo creo." Si lo estuviera, Kuroh estaba seguro de que lo sabría. Después de todo pasaban casi cada hora de cada día con Ichigen.
Pero las mujeres inmediatamente se alzaron en una conversación emocionada ante esa respuesta. "¡Entonces Akagi-sensei aún puede tener una posibilidad!"
"Mmm, pero Miwa-sensei es terriblemente despistado..."
Kuroh no podía entender del todo su discusión; '¿Por qué el nombre de Akagi-sensei surgía de repente?' Ah, cierto, Akagi-sensei había estado en la sala recién, con su cabello arreglado de un modo bonito (algo poco común) vistiendo un lindo traje sobrio -pero tuvo la mala suerte de ser arrinconada por el anciano de mayor edad en el pueblo, Tanaka, y se vio forzada a oírlo relatar la historia de la misión especial que le había sido encargada durante la guerra.
"Y en ese entonces, estaba bajo las órdenes del teniente, y habíamos abordado el submarino con destino a un puerto en Alemania donde se suponía que traeríamos de regreso algo que podría cambiar el destino del país, y ..." Ella tuvo que escucharlo balbucear  por cerca de dos o tres horas hasta el punto en que se la veía algo desgastada.
"Incluso fue y se tomó el trabajo de hacer esos encantadores muffins de crema - ¡pero ese viejo de Takanaga ha ido y se los ha comido todos!"
"Entonces... la persona que ella realmente quería que los probara no pudo tener ni un bocado, huh... pobre niña"
Las mujeres suspiraron resignadas al unísono y Kuroh no pudo evitar que creciera su curiosidad. "¿... y quién quería que las probara, entonces?"
Ante esto, las mujeres -todas de edades distintas - se voltearon al mismo tiempo a observarlo, anunciando se una sola vez "Oh, Kuro-chan..." y "No debes crecer como un hombre antiguo y despistado ¿está bien? ¡Asegúrate de convertirte en un hombre adecuado que pueda entender los sentimientos de las mujeres!!" y "o puedes terminar como Miwa-sensei y perder la oportunidad de ser atrapado!"
Kuroh sólo pudo soltar un ligero "Uh..." a modo de respuesta.
Las señoras con sus ojos brillando agregaron con sonrisas a medias "Sin embargo, quizás sea un poco temprano para discutir estas cosas con Kuroh-chan" Y ese pareció ser el comentario que dio por finalizada la conversación.
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En la medida en que las agujas del reloj marcaron las 9, Kuroh se dirigió a su habitación en el segundo piso. La reunión aún continuaba en la sala, pero considerando que Kuroh aún estaba en la educación básica era tiempo de que fuera a dormir. Habiendo tomado su baño primero lavado sus dientes después, sólo le quedaba cambiarse, ponerse sus pijamas y saltar a la cama -pero viendo que aún no estaba lo suficientemente cansado, se recostó y observó tras la ventana el escenario de la noche.
La luz derramándose desde fuera de la sala de fiesta tenía al jardín de naranja mientras la luna iluminaba brillante en el cielo.
'Realmente me gustaría apresurarme y aprender a usar mis poderes como Miembre del Clan. Y para eso...' Dirigió la mirada hacia el área alrededor de la laguna, sus ojos depositándose en el gato de esta mañana que rascaba su mentón. Quizás percibiendo su mirada en él, levantó su cabeza y abrió la boca para maullar... pero el sonido que se hacía eco proveniente de la fiesta bajando las escaleras, le impidió llegar a sus oídos.
El gato se volteó y se precipitó hacia el lado opuesto de la valla. Kuroh entrecerró sus ojos mientras una idea empezaba a tomar forma en su mente. "De acuerdo" Asintió para sí mismo, satisfecho. "Empezaré a entrenar aún más duro a partir de mañana. Esta es la única manera por el momento."
Luego se volvió aa recostar y se acomodó debajo de las frazadas, su largo día, finalmente alcanzando el final.


CONTINUARÁ IV...

1 comentario:

  1. Asgasdats nuevo capi, muchas gracias por el, me pondré a leerlo ahora mismo, pero primero hay que dar las gracias por su trabajo :)

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